Para hablarnos de la última revolución en virología, un giro fractal en el que se descubren virus que infectan virus que infectan…, nuestro científico invitado es Modesto Redrejo, Investigador Postdoctoral del Centro Biología Molecular “Severo Ochoa” de Madrid.
El nombre virofagos se debe a un paralelismo con los bacteriófagos (de bacteria y fagocitar o comer), virus que infectan bacterias; no se las comen, pero pueden matarlas. Los bacteriófagos (o simplemente fagos) son ubicuos y pueden ser encontrados en diversas poblaciones de bacterias, sobretodo en el suelo o la flora intestinal de los animales. Otro de los ambientes más poblados por fagos y otros virus es el agua de mar, donde se estima que puede haber en torno a un billón de partículas virales por litro.
Dos virofagos descubiertos recientemente, el OLV y el Mavirus, podrían tener un papel esencial en la regulación del crecimiento del virus que infectan, que a su vez están en un complejo equilibrio con sus hospedadores. Un eslabón regula a otro.
El OLV (organic lake virophage) infecta unos virus (ficodnavirus) que a su vez infectan algas unicelulares. El Mavirus infecta al Virus del Cafeteria roengenbensis (CroV) que es un flagelado heterótrofo unicelular, es decir, un depredador microscópico de bacterias marinas.
El hecho de que se hayan encontrado en ecosistemas acuáticos puede deberse a un especial interés en los últimos años por explorar estos sistemas menos conocidos pero también a que se trata de los sistemas más complejos y finamente regulados. Quizá también los más frágiles.
Tal vez porque el latín virus significa veneno, siempre asociamos virus a agentes patógenos o enfermedad. Nada más lejos de la realidad. Los virus tienen multitud de aplicaciones en biotecnología y biomedicina, entre las que destacan la generación de vacunas para diversas enfermedades, de origen viral o no. Además, a lo largo de la evolución, han sido un importante mecanismo de intercambio genético entre organismos –el genoma humano está lleno de fragmentos de ADN que fueron virus en algún momento de nuestra historia evolutiva- y actúan como reguladores de las poblaciones, en especial de bacterias y otros microorganismos. De hecho, su efectividad atacando bacterias hizo que, en la década de 1940, se comenzara a investigar en la ex Unión Soviética con fagos como una terapia alternativa a los antibióticos para tratar infecciones bacterianas. En los últimos años, el desarrollo de cepas bacterianas resistentes a múltiples drogas ha reactivado el interés de muchos investigadores en los fagos como una alternativa al uso de antibióticos, aunque su uso generalizado está aún lejano.
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